domingo, 25 de agosto de 2013

RESERVA



Cristina Piñar Morales
"Siempre me ha gustado escribir, y desde que tengo uso de razón he querido ser periodista, una profesión que me apasiona. También me atrae la literatura. Ambos terrenos te permiten contar historias, aunque este último, además, te concede la licencia de imaginar, inventar y crear otros mundos y situaciones. Ahí es dónde radica su magia. A veces, escribir sirve como desahogo, una vía de escape para plasmar por escrito vivencias y sentimientos. Otras, ofrece la oportunidad de dar rienda suelta a la imaginación, sintiendo el poder de crear personajes que actúan y se comportan tal y cómo tú mismo decides.
El vértigo ante la presencia de una hoja en blanco siempre está ahí. Es todo un reto rellenarla con palabras que, unidas unas a otras, cobren vida y sean capaces de llegar al lector, pero al menos hay que intentarlo. Y en ello estamos, aprendiendo unos de otros y todos juntos dando pequeños pasos literarios gracias a la asociación “Café de Palabras”.




LE FALTABA UN LADRILLO

Se detuvo y miró a su alrededor. ¡Las cosas habían cambiado tanto en los últimos años! El paisaje de la ciudad continuaba repleto de grandes edificios y los coches no dejaban de transitar por las carreteras formando grandes atascos en las consideradas horas punta. A pesar de ello, había una cosa que echaba en falta, algo con lo que se entretenía en aquellas interminables mañanas de jubilado y que, de un tiempo a esta parte, había terminado por desaparecer. No, no era el café con los amigos en el bar, ni la lectura sosegada del periódico, ni siquiera el ruido de los niños de la pareja que hasta hace poco habían sido sus vecinos. Llevaba meses pateándose distintos barrios en busca de su objetivo, pero nada, ni rastro, lo más parecido que encontró fueron algunos edificios a medio hacer, en las afueras, que no tenían pinta de ser terminados a corto plazo. Lo que añoraba, y nunca pensó que llegara a hacerlo, era contemplar obras, mientras más grandes y faraónicas, mejor. ¡Pues vaya con la crisis del ladrillo! Pensó. Y ahora ¿en qué me entretengo yo?

Cristina Piñar Morales



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domingo, 18 de agosto de 2013

PERFILES


 Alicia Hortelano Nuño

"Crecí  en la tierra de Don Quijote y Sancho, rodeada de molinos de viento, de castillos, de Ciudades Encantadas, de casas colgadas mirando hacia el abismo y de abuelas sin edad, grandes contadoras de historias pasadas.
Todo alimentó mi imaginación y comencé a escribir. Han pasado los años y continúo inventando realidades, cogiendo prestados sentimientos y recuerdos, para plasmarlos en un papel y que no desaparezcan en el país del olvido."



 

MAÑANA


Mañana me marchare mirándote. Mis ojos en los tuyos fijos hasta que la distancia nos separe. Quien me observe, descubrirá una mirada ausente, penetrante, pero no sabrá los motivos que la provocan. Sólo tú entenderás todo lo que mi boca calla y en mis ojos leerás lo que en mi corazón has despertado.

Mis palabras liberaran tus silencios. Tus silencios serenarán mi voz. Y un halo invisible nos unirá para siempre, aunque sea mañana el último día que nuestras miradas hablen de amor. 


Alicia Hortelano Nuño


Más cuentos y relatos en el Blog 'Alis imaginaria'
                                                                                                    



lunes, 5 de agosto de 2013

PERFILES



Encarni Fernández Sánchez
 
"Desde niña  llevo grabado el sonido de las olas del mar, nací en  Adra(Almería), una orilla en la que quedó anotada parte de mi vida,  escrita quizá en la memoria  del agua, y de la cual me alimento  para no olvidar mis huellas en la arena. La otra parte de mi historia la acoge la tierra adoptiva de Jaén, en ella escribo cada día con palabras de viento que mueven mis hojas desde las raíces. Y tal vez,  comencé  a escribir  para ser sólo aire, ese  que viaja como la voz de mi abuelo Juan  y me traía los cuentos  que, aún me acompañan para imaginar que la vida también se respira  si abrimos los brazos  y sujetamos un arco iris."



LA COSECHA

      Como cada tarde, cuando los colores se van apagando en el cielo, Manuel  prepara la chimenea, la enciende y después de lavarse las manos se sienta  en su escritorio  a emborronar una gastada libreta  con todo lo que le ha acontecido en  su trabajo diario.  Ese día pensó en el poder que tenían las palabras mientras plantaba  en su parcela unos cuantos   caballones.  Y  ahora, justo en el momento de su descanso, anotó en su cuadernillo  la palabra surco,  trazando con su lápiz cada letra hasta que podía plantar toda clase de semillas en una hoja de papel y que con el tiempo cubrirían un vasto campo de caracteres.  La tinta se encargaría de  buscar las raíces en el pliego y crecerían con sus tallos más largos entre aquellas palabras que se aventuraban a elevarse  hacia los espacios en blanco, sería allí donde darían sus frutos- pensó Manuel.

 También por la mañana escribió con sus manos en la tierra, y con sus dedos   otra forma de dibujar con las simientes  una futura  producción en esos huecos con los que se ayudaba a enraizar  la confianza.  Con el calor del fuego  cubriendo la habitación se imaginó a sí mismo como un  mago que sostiene el  lápiz de los deseos, unos que   labran el campo y otros que se forjan  en quimeras.  

 Y para celebrar ese descubrimiento, se llenó  un vaso de vino  hasta el borde y brindó  por la próxima recogida.  Quiso bebérselo de una vez  y  se atragantó con una palabra llena de astillas  que se había colado de un mal pensamiento.  Tal era la asfixia y el dolor punzante en el pecho que  se marchó al hospital. Una vez allí, después del  reconocimiento, una enfermera se  acercó   y le comunicó que habían hallado su problema, le iban a extraer la palabra incrustada y en su lugar lo iban a curar con esperanza.

                     Encarni Fernández Sánchez 

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